miércoles, 30 de septiembre de 2009

EL TREN MÁTRIX A 1 SEGUNDO POR SEGUNDO


Un pasajero (temporal) creía que estaba en un tren llamado "El Tiempo" que avanzaba en línea recta horizontal hacia una estación imaginaria llamada "Futuro", y que él avanzaba al ritmo constante del tren.

De vez en cuando, cuando no estaba absorto en los asuntos necesarios para su supervivencia, el pasajero miraba por la ventanilla y veía hermosísimos paisajes, pero apenas podía disfrutarlos porque el tren no disminuía su velocidad ni se detenía. Después, el pasajero tenía que volver a su labor de la supervivencia.

El tren se desplazaba a una velocidad constante de 1 segundo por segundo. En un momento indeterminado, el pasajero se planteó la idea de detener el tren, pero la cabina estaba blindada, muy bien vigilada por los revisores.

También pensó en saltar del tren, pero el vagón no tenía puerta ni trampilla y tampoco podía romper la ventanilla. Entonces comenzó a plantearse lo que a su razón se le antojaba lo más absurdo: que era él quien daba por verdadera la idea de que el tren estaba avanzando, y que su creencia era el impulso que lo hacía avanzar.
Su razón seguía diciéndole que esa idea era absurda y que él estaba volviéndose loco, y que si alguien en el tren se enteraba, podría ocurrir que lo mandasen al vagón del manicomio.
Después de un tiempo de discusión y batalla en su interior con su propia razón, se dio cuenta de que ésta era su verdadero vigilante, y que cuanto más se enfadaba con ella, más le tenía ella en su poder y más lejos estaba de "detener el tren" y "bajarse del tren". Pues durante tanto tiempo él y su razón habían vivido aquella realidad sin concebir otra posibilidad.Así que empezó a dar gracias a su razón por advertirle que sus ideas eran absurdas, pues así podía revisarlas y afinarlas y no aferrarse a ellas.
Y empezó a, simplemente, plantearse posibilidades, opciones, sin elegir ninguna.Así que también pensó que el tren realmente estuviese dando vueltas en un círculo de 365 tramos, cada uno con una zona de luz y otra de sombra, de día y de noche. Su razón empezaba incluso a mostrarse interesada, y apenas ya había batalla en su interior, de modo que su mente cada vez era más libre e imaginativa.
Así que imaginó la posibilidad de que realmente el tren no se movía sino que era el círculo el que lo hacía. Y luego pensó que era él el que pensaba que estaba dentro de un tren y que el tren o el círculo se movían. Y luego pensó que era él que se movía al pensar, y que imaginaba un tren que estaba dentro de él, moviéndose en línea recta o en círculos, o sin moverse... y que dentro de ese tren estaba él, y que él era los pasajeros y los revisores y el maquinista... que a veces veían una parte de un hermosísimo paisaje sin suelos ni límites.

anónim@, siglo 77

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